Fernando Alexis Jiménez
Insólito. Una palabra que resume lo que ocurría en la
calle del muerto. Larga, angosta, con baches en el asfalto, como si se tratara
de un trágico escenario después de un bombardeo en Beirut.
Ocurrió de todo desde accidentes de tránsito, pasando
por crímenes agotados en la vida de incautos transeúntes, hasta incidentes de
violencia intrafamiliar que estallaban de manera sorpresiva e inexplicable.
--Vivir en este barrio es un infierno--, comentó doña
Mélida mientras se abanicaba con una revista, un atardecer caluroso y monótono
como la función de un payaso triste.
--No creo que podamos hacer mucho—le respondió su
marido, mirando en la distancia a dos niños que jugaban a la pelota,
despreocupados de todo y de todos.
--Sí, pues no podemos quedarnos quietos mientras que
este sector que me vio crecer, otrora tranquilo y amañador, año por año se deja
ganar terreno por la maldad—interrumpió la nieta.
--Tú y tus cosas de religión---cuestionó la abuela,
arrugando el ceño y mirándola a través de los anteojos, gruesos y grandes como
lentes de telescopio.
--No, abuelos. No es asunto de religión. Es simplemente
recobrar el terreno que nos ha venido ganando Satanás—explicó la muchacha.
Había logrado captar la atención de los ancianos.
--Tonterías de fanáticos religiosos—desestimó su abuelo
con el característico movimiento de mano, que igual denotaba indiferencia o
desdén.
--Te equivocas, abuelo—dijo ella.—Nos movemos en dos
dimensiones: una física y la otra espiritual. Y la espiritual ejerce influencia
en la dimensión física. Es la mejor explicación para lo que está ocurriendo en
la cuadra. Tanta violencia y muerte no son algo lógico--. La joven ponía
énfasis en cada una de sus palabras.
--Déjala que nos explique…--salió al paso la abuela
cuando adivinó el deseo de su marido, de irse hacia la sala. Tantos años de
compartir la vida juntos le permitía casi anticiparse a lo que haría él.
Hablaron por largo rato. La chica les detalló qué decía
la Biblia al respecto. Ella comenzó orando, inicialmente en la soledad de su
cuarto, en procura de recuperar el territorio en manos de Satanás. En menos de
tres semanas otros cristianos comprometidos, se sumaron a su tarea, haciendo
caminatas de oración y clamor, ungiendo todos los rincones y fachadas de las
casas con aceite.
Aunque muchos se reían al verlos, no pudieron ignorar
los cambios que se produjeron en el sectgor. Los índices de violencia se
redujeron dramáticamente y dos antros que funcionabamn cerca, cerraron sus
puertas. Ni siquiera los propietarios podían explicar qué los impulsaba a
moverse a otro lugar. ¡Los cristianos retomaron el control de la zona!
La lucha de dos mundos
Aun cuando muchas personas se resistan a aceptarlo, se
libra una batalla entre dos mundos con características particulares: el físico
y el espiritual. Y desde los dos, hay una interacción. En cierta ocasión el
Señor Jesús, al recibir la declaración del apóstol Pedro sobre su divinidad, le
dijo: "Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca
edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a
ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la
tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será
desatado en los cielos. Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que
él era Jesús el Cristo" (Mateo 16:18-20) .
Esa prerrogativa fue dada a los cristianos. Desde la
dimensión material en la que nos movemos usted y yo, impactar la dimensión
espiritual. Si clamamos, que lo hacemos desde la dimensión física, recibimos respuesta
desde la dimensión espiritual, proveniente de Dios (Cf. Mateo 6:10). Igual
cuando se trata de impactar las huestes de maldad. Si bien es cierto lo hacemos
desde la dimensión física, Satanás y todos sus secuaces tienen que darse a la
huida porque les estamos golpeando a través de un mecanismo poderoso como es la
oración.
Cuando los cristianos tomamos conciencia de esta
realidad, se producen unos cambios extraordinarios en el medio que nos
circunda. ¡Podemos recobrar los territorios que nos robó Satanás con sutileza y
engaño! Piénselo: su nación, su provincia, su ciudad e incluso, el sector que
habitan, pueden ser gobernados plenamente por Jesucristo si desde ya nos damos
a la tarea de enviar en derrota todas las huestes de maldad que hoy dominan como
consecuencia del pecado del género humano (Cf. Santiago 4.7)
Debemos tomar posesión de los territorios
Cuando Dios nos concede algo, por ejemplo nuestra
familia a quienes somos creyentes, debemos obrar en fe y posesionarnos de todo
cuanto nos fue legado. Declararlo con las palabras y creerlo con el corazón.
Encuentro una excelente ilustración de este punto
cuando se produce la muerte de Moisés y Josué—su más cercano colaborador—es
encargado de llevar el pueblo de Israel a la tierra prometida. Dios fue explícito
cuando le transfiere la misión pero a la vez, el poder y la autoridad: "Mi
siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo
este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel. Yo os he
entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de
vuestro pie. Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Eufrates, toda la
tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone el sol, será vuestro
territorio" (Josué 1:2-4).
En el pasaje Dios declara que todo territorio que
pisaran—es decir, de los cuales tomaran posesión—lo entregaba en su poder. El
asunto no solo era que dijeran: "Esa tierra nos pertenece", sino que
tomaran posesión de ella. Que dieran la batalla, no en sus fuerzas sino en las
del Señor.
Piense por un instante en el territorio que habita:
¿Hay violencia?¿Drogadicción?¿Promiscuidad sexual?¿Muertes?¿Brujería? Ahora, en
el plano personal: ¿Enfrenta obstáculos?¿Ataques en su vida espiritual? Y, qué
decir de su familia: ¿Se dificulta que su cónyuge, hijos y familiares reciban
el mensaje de Salvación?¿Alguno de sus allegados está sometido a las drogas o
aun comportamiento moral riesgoso?
Si es así, mi pregunta obligada antes de proseguir con
el Estudio Bíblico es: ¿Qué está haciendo usted para recobrar ese territorio
que Satanás ha robado con engaño y sutileza? Es suyo, como lo es su familia y
las bendiciones prometidas por Dios para su existencia—por ejemplo--, pero por
asumir una actitud pasiva frente al asedio y ataques del adversario espiritual,
ha cedido espacios que hoy debe recobrar. ¡La batalla será victoriosa porque no
vamos a pelear nosotros solos, sino con Jesucristo como nuestro poderoso
capitán!
Tenga presente que Dios le dijo a Josué y también a
nosotros hoy, que es necesario tomar posesión del terreno. No resignarnos sino
tomar lo que nos pertenece. Dar la batalla desde el mundo material, impactando
la dimensión espiritual. ¡Toda atadura debe romperse!
Creer y obrar, clave para materializar las promesas
La guerra espiritual tiene dos cimientos muy valiosos.
El primer creer en las promesas de Dios. El segundo, actuar. Están
estrechamente ligados. Por ese motivo Josué y los israelitas se decidieron a
avanzar en esa dirección: creer y obrar. Cruzar el río Jordan era un primer
obstáculo. Dios les prometió que al tomar posesión, es decir, cuando sus pies
tocaren las aguas, se produciría el milagro. "Y cuando las plantas de los
pies de los sacerdotes que llevan el arca de Jehová, Señor de toda la tierra,
se asienten en las aguas del Jordán, las aguas del Jordán se dividirán; porque
las aguas que vienen de arriba se detendrán en un montón" (Josué 3:13).
Sin duda para muchos debió ser aterrador tener ante sus
ojos la majestuosidad de este enorme río. Pero ¡Creían lo que Dios les anunció!
Por eso recibieron la victoria al atravesar lo que había sido una enorme mole
de agua: "Y aconteció que cuando los sacerdotes que llevaban el arca del
pacto de Jehová subieron de en medio del Jordán, y las plantas de los pies de
los sacerdotes estuvieron en lugar seco, las aguas del Jordán se volvieron a su
lugar, corriendo como antes sobre todos sus bordes" (Josué 4:18).
Su familia, las propiedades, el trabajo, el sector que
habita, la ciudad y la nación, son para Cristo. Le corresponde a usted tomar lo
que es suyo. No permita que Satanás siga usurpando lo que el Señor le otorgó.
No se conforme. ¿Por qué ver a sus hijos inmersos en drogas, su matrimonio en
ruinas, los recursos económicos yéndose al drenaje y la sociedad en la que
usted se desenvuelve sumida en el caos?
Territorios ganados mediante guerra espiritual
Llegado el momento decisivo, los israelitas con Josué a
la cabeza, libraron una batalla pero no en la dimensión física sino espiritual.
¡Y conquistaron Jericó! Recuerde que tal como lo relata el capítulo 6 del libro
de Josué, era una ciudad bien cerrada para evitar incursiones del enemigo
(versículo 1).
La urbe, ubicada en el valle del Jordan (Cf.
Deuteronomio 34.1, 3), a unos 8 kilómetros del mar Muerto, era estratégica
porque permitía el dominio de un amplio territorio. Los historiadores señalan
que los muros tenían una altitud de 9 metros y 2 metros de espesos. Una
auténtica mole de piedra. Sobre las murallas había viviendas. Y sus moradores
estaban preparados para dar la batalla.
Frente a esta realidad tangible, los israelitas
concebían la posibilidad de entrar por la fuerza, aunque por supuesto, muchos
debieron verse asaltados por el temor y el desánimo. Pero Dios les enseñó una
estrategia diferente, que nosotros en nuestro tiempo definimos como plan de
guerra espiritual: "Mas Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu
mano a Jericó y a su rey, con sus varones de guerra. Rodearéis, pues, la ciudad
todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto
haréis durante seis días. Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos
de carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad,
y los sacerdotes tocarán las bocinas. Y cuando toquen prolongadamente el cuerno
de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a
gran voz, y el muro de la ciudad caerá; entonces subirá el pueblo, cada uno
derecho hacia adelante" (Josué 6:2-5).
Sonaba ilógico, pero Josué y los israelitas
emprendieron la batalla con las armas más inverosímiles, tratándose de un reto
tan grande como era conquistar una ciudad fortificada: rodear el terreno
tomando posesión de él, elevar sonidos de guerra—que no es otra cosa que la
oración del pueblo en procura de un hecho que rompa toda explicación--,
depender del poder de Dios, y finalmente: proclamar victoria.
Piense por un instante en el territorio que habita, en
su propio hogar, las finanzas personales… y tantos otros espacios que son
suyos, que le corresponden, y que llegó la hora de retomar en el poder, la
autoridad y la unción de Jesucristo.
Al séptimo día de estar rodeando y posesionándose del
terreno, dieron la última batalla espiritual: "Entonces el pueblo gritó, y
los sacerdotes tocaron las bocinas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído
el sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó, El
pueblo subió luego a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la
tomaron" (Josué 6.20).
Por supuesto que Satanás tratará de disuadirlo
diciéndole a su mente que sólo es una exposición de un fanático religioso.
Incluso, es probable que le siembre semillas de dudas. Comprensible porque Él
quiere seguir en control de los territorios, de ciudades, de hogares y de
finanzas personales. ¡No le crea! Créale a Dios.
Entre 1907 y 1952 arqueólogos europeos y norteamericanos
realizaron excavaciones en Cisjordania, donde se ubicaba Jericó. Los estudios a
fondo que realizaron, corroboraron que los muros en efecto cayeron, tal como lo
evidencian restos de piedra y argamasa desenterrados. Se produjo una implosión,
es decir, la estructura cayó de adentro hacia afuera. Precisan que los
cimientos no fueron minados y el desplome se debió probablemente a un
terremoto. Hay evidencias además, que paralelamente debió producirse un
incendio al interior de la ciudad.
Tres círculos divinos de protección
La Biblia es clara cuando enseña que Dios ha definido
círculos de poder para proteger nuestra vida, nuestra familia y nuestras
posesiones. El mismo Satanás debió reconocerlo, hablando del patriarca Job a
quien él no podía atacar. El adversario lo admitió ante el amado Padre
celestial: "Satanás replicó:—¿Y acaso Job te honra sin recibir nada a
cambio? ¿Acaso no están bajo tu protección él y su familia y todas sus
posesiones? De tal modo has bendecido la obra de sus manos que sus rebaños y
ganados llenan toda la tierra. Pero extiende la mano y quítale todo lo que
posee, ¡a ver si no te maldice en tu propia cara!" (Job 1:9-11, Nueva
Versión Internacional).
Ah, sin duda estará pensando cuidadosamente en lo que
hemos estudiado y en una realidad para su vida: desde el mundo material
impactamos el mundo espiritual haciendo guerra espiritual (Cf. Efesios 6.12).
Por ese motivo, hoy es el día para que cierre toda puerta que haya abierto a la
maldad y comience a recuperar territorio en su ciudad, en su hogar, en su vida
personal y sus finanzas.
¿Cómo hacerlo? Primero, evalúe su vida cuidadosamente,
identificando dónde hay puertas abiertas al mundo de la maldad; segundo,
sométase a Dios plenamente (Santiago 4:7); tercero, párese en la brecha y ordénele
–en la autoridad que le dio Jesucristo—que se vaya de su vida, familia,
posesiones y territorio. ¡Recobre el terreno! Jamás olvide que lo hacemos en
oración y clamor, una poderosa arma que están dejando de utilizar los
cristianos, mientras que el diablo está feliz porque puede seguir su
estratagema de engaño y mentira.
Adelante. No se detenga. ¡Usted nació para tomar la
victoria en Cristo! Jamás lo olvide: Satanás está derrotado. Usted, como hijo
de Dios, es el vencedor.
fuente: avanzapormas.com
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