Vivimos en un mundo tan convulsionado y que siempre tenemos que estar a prisa por todo, donde el estrés y la depresión son algo tan común que lo tomamos como una parte mas de nuestras vidas. Todo eso nos lleva a tener una "puerta" abierta para que el enemigo tome control de muchas situaciones que a nosotros se "nos escapan de la manos".
Muchas veces caemos en pecados, sin darnos cuenta la mayoría de ellas, dada a la vida agitada, y también por ende tenemos una vida espiritual agitada, donde le damos a Dios el tiempo que nos sobra, o simplemente lo que "podemos" en esta convulsionada vida.
El enemigo sabe todo esto mejor que nadie, y ve cada "puerta" que le dejamos abierta con nuestros pecados, y accede a nuestras vidas, para cometer su propósito que es robar, matar y destruir. Entra para robarnos la paz, la alegría, la comunión en el hogar, y si es posible también la comunión con Dios.
Entra para matar nuestras ilusiones, matar la confianza que depositamos en Dios y si es posible matarnos la fe. Entra para destruir nuestras familias, nuestros hogares, nuestros trabajos, nuestras esperanzas, y todo lo que nos importa y amamos.
A veces nos preguntamos el porque de todo este ataque, por el cual nuestras vidas nos parecen un caos constantes, ya no tenemos paz, ya no tenemos tranquilidad y poco a poco nuestra vida espiritual se va enfriando, nuestra relación con Dios se va apagando.
Y ya no sentimos aquel primer amor por nuestro Señor.
Todo esto se debe, la mayoría de las veces por nuestros pecados, los cuales aún están sin ser declarados ante Dios, aun están sin resolver y con ellos abrimos puertas de par en par para que el enemigo entre. El pecado en nuestras vidas deja secuelas, deja gruesas cadenas que nos atan y nos perturban, como decía David, mientras callé mi pecado, mi verdor se transformó en sequedades de verano.
Mientras ese pecado siga arraigado a nuestras vidas, se transforma en un virus que la va destruyendo poco a poco. Muchas veces hay cadenas en nuestras vidas que arrastramos por años, y que son raíces de pecados, cosas a las que no hemos renunciado, cadenas espirituales, cadenas sexuales, raíces de amargura, cadenas de odio, y todas ellas hacen que tengamos una vida espiritual mediocre, porque el enemigo nos tiene tomados de esa parte de la vida.
¿No te ha pasado que has vivido con angustias con las cuales despiertas llorando o sientes que te ahogas de lo triste que estás?
¿No te sientes tan débil que parece que una parte de ti te arrastra hacia un abismo?
Todo eso pueden ser cadenas de viejos pecados, que aún nos ata.
El odio, el miedo, haber pasado por hechiceros, brujos de cualquier estilo o especie, haber tenido relaciones sexuales fuera del matrimonio, con personas del mismo sexo, con animales, todo eso nos deja ataduras tan grandes como el pecado mismo.
¿Qué debemos hacer para que esas cadenas se rompan y poder ser libres?
Necesitamos liberación en nuestras vidas, la liberación es sacar debajo del yugo, la opresión y la cautividad del diablo, a una vida que sin medir las consecuencias, se encuentra atada, comprometida con él.
En Isaías 58:6-12, Dios muestra el deseo de su corazón de dar el auxilio y la libertad que tanto necesita. En la persona de su Hijo Jesucristo, Dios nos da la salida para este gran problema: Jesús es el Libertador Jesús es el Gran Libertador por excelencia, ya que apareció para deshacer las obras del diablo como lo dicen en Lucas 4:18-19 y 1º de Juan 3:8.
A la Iglesia le fueron dadas las características de Jesucristo: sin esta enseñanza la iglesia ha quitado una parte al cuerpo de Cristo, y se han criado hijos discapacitados. Y el hecho de ser cristianos por años, no nos deja libre del yugo del enemigo, podemos ser cristianos y estar atados por medio de pecados antiguos que nunca fueron declarados.
Por ejemplo: Todo contacto sexual une en una carne con todo aquel que se ha participado, como se explica en el pasaje de 1º Corintios 6:16, por tanto al ser una sola carne puede ser receptor tanto de enfermedades físicas como también de problemas espirituales como ataduras, pactos, incorporaciones, etc.
Por eso es necesario desligarnos de la atadura sexual y espiritual a la cual nos hemos sometido, participando su cuerpo en uno, haya sido con una persona del sexo opuesto, del mismo o con un animal.
También el aborto trae ataduras, primero por ser un homicidio, y luego por el sentido de culpa que trae para la madre. Si ha sido cómplice el padre también debe orar renunciando su pecado.
Si usted ha estado en una situación como la que se describe aquí, y quiere entregarse al Señor Jesús por completo haga esta Oración de renuncia para que quede libre de lo que le está atando:
Señor Jesús te acepto como mi Señor y mi Salvador personal, perdona todos mis pecados (en caso de no ser cristiano). Renuncio en el Nombre de Jesús a toda atadura sexual y espiritual con (tal persona) y a la autoridad que le concedí sometiéndome y participándole mi cuerpo. Amén
También hay pecados en el área de nuestra alma como lo es El odio que es uno de los espíritus más resistentes, que da lugar a: rencores, resentimientos, envidia, orgullo, violencia, venganza, maledicencia, raíces de amargura, falta de perdón.
Todo esto es la semilla que produce a los que han estado odiando, tal vez el sentimiento de odio no está mas, pero una de estas semillas puede haber germinado y echado raíces profundas en nuestras vidas. También el miedo trae como consecuencias ataduras que se conocen como: traumas, fijaciones, complejos, convulsiones, temores, dudas, inseguridad, fobias.
En 2º Timoteo 1:7, nos explica claramente que clase de espíritu nos dio el Señor, estos antes mencionados son ataduras de viejos pecados que nos han llevado a una vida mediocre espiritualmente y de la cual debemos salir para tener una vida plena en Cristo.
Si siente que ha estado en algunas de estas situaciones que se describieron hagan la siguiente oración:
Señor Jesús te acepto como mi Señor y mi Salvador personal, perdona todos mis pecados (en caso de no ser cristiano). Renuncio en el Nombre de Jesús, a todo espíritu de miedo que me sobrevino por (tal causa o tal persona). (Si es a través de una persona) la perdono y la bendigo en el Nombre de Jesús. Amén
O Renuncio en el Nombre de Jesús a todo espíritu de odio que le tengo a (tal persona) por (la causa específica) y lo perdono y lo bendigo en el Nombre de Jesús. Amén
También están las ataduras espirituales que son las mas conocidas, por decirse así. Todo contacto con el mundo espiritual de las tinieblas (ocultismo) trae ataduras que pueden llegar a ser muy serias.
En Deuteronomio 29:29 nos muestra claramente que Dios no ha permitido al ser humano entrar en las cosas secretas, el que entra, lo hace por otra puerta, y al entrar se compromete con el diablo.
Y el ocultismo es aparentemente inocente desde el horóscopo o búsqueda de saber el futuro, pero todo esto lleva dependencia, hasta la magia negra más fuerte. Para entender más lea atentamente Deuteronomio 18:9-14, toda persona que predice es aconsejada por un espíritu de adivinación, por lo tanto es un sacerdote o ministro del diablo, se ha sometido a un espíritu inmundo, sea cual fuere el compromiso o pacto que le hayan hecho hacer en base a lo que se fue a pedir.
Esto trae ataduras para su vida espiritual.
Señor Jesús te acepto como mi Señor y mi Salvador personal, perdona todos mis pecados (en caso de no ser cristiano). Renuncio en el Nombre de Jesús a toda autoridad que concedí sobre mi vida (a tal o cual adivino, o brujo, o hechicero) y a todo espíritu que opera en él y a todo compromiso con ellos. Amén
Amado hermano/a, desde hoy usted puede ser libre de toda cadena, el Señor quiere verlo libre y feliz
Muchas bendiciones!!
Muchas veces caemos en pecados, sin darnos cuenta la mayoría de ellas, dada a la vida agitada, y también por ende tenemos una vida espiritual agitada, donde le damos a Dios el tiempo que nos sobra, o simplemente lo que "podemos" en esta convulsionada vida.
El enemigo sabe todo esto mejor que nadie, y ve cada "puerta" que le dejamos abierta con nuestros pecados, y accede a nuestras vidas, para cometer su propósito que es robar, matar y destruir. Entra para robarnos la paz, la alegría, la comunión en el hogar, y si es posible también la comunión con Dios.
Entra para matar nuestras ilusiones, matar la confianza que depositamos en Dios y si es posible matarnos la fe. Entra para destruir nuestras familias, nuestros hogares, nuestros trabajos, nuestras esperanzas, y todo lo que nos importa y amamos.
A veces nos preguntamos el porque de todo este ataque, por el cual nuestras vidas nos parecen un caos constantes, ya no tenemos paz, ya no tenemos tranquilidad y poco a poco nuestra vida espiritual se va enfriando, nuestra relación con Dios se va apagando.
Y ya no sentimos aquel primer amor por nuestro Señor.
Todo esto se debe, la mayoría de las veces por nuestros pecados, los cuales aún están sin ser declarados ante Dios, aun están sin resolver y con ellos abrimos puertas de par en par para que el enemigo entre. El pecado en nuestras vidas deja secuelas, deja gruesas cadenas que nos atan y nos perturban, como decía David, mientras callé mi pecado, mi verdor se transformó en sequedades de verano.
Mientras ese pecado siga arraigado a nuestras vidas, se transforma en un virus que la va destruyendo poco a poco. Muchas veces hay cadenas en nuestras vidas que arrastramos por años, y que son raíces de pecados, cosas a las que no hemos renunciado, cadenas espirituales, cadenas sexuales, raíces de amargura, cadenas de odio, y todas ellas hacen que tengamos una vida espiritual mediocre, porque el enemigo nos tiene tomados de esa parte de la vida.
¿No te ha pasado que has vivido con angustias con las cuales despiertas llorando o sientes que te ahogas de lo triste que estás?
¿No te sientes tan débil que parece que una parte de ti te arrastra hacia un abismo?
Todo eso pueden ser cadenas de viejos pecados, que aún nos ata.
El odio, el miedo, haber pasado por hechiceros, brujos de cualquier estilo o especie, haber tenido relaciones sexuales fuera del matrimonio, con personas del mismo sexo, con animales, todo eso nos deja ataduras tan grandes como el pecado mismo.
¿Qué debemos hacer para que esas cadenas se rompan y poder ser libres?
Necesitamos liberación en nuestras vidas, la liberación es sacar debajo del yugo, la opresión y la cautividad del diablo, a una vida que sin medir las consecuencias, se encuentra atada, comprometida con él.
En Isaías 58:6-12, Dios muestra el deseo de su corazón de dar el auxilio y la libertad que tanto necesita. En la persona de su Hijo Jesucristo, Dios nos da la salida para este gran problema: Jesús es el Libertador Jesús es el Gran Libertador por excelencia, ya que apareció para deshacer las obras del diablo como lo dicen en Lucas 4:18-19 y 1º de Juan 3:8.
A la Iglesia le fueron dadas las características de Jesucristo: sin esta enseñanza la iglesia ha quitado una parte al cuerpo de Cristo, y se han criado hijos discapacitados. Y el hecho de ser cristianos por años, no nos deja libre del yugo del enemigo, podemos ser cristianos y estar atados por medio de pecados antiguos que nunca fueron declarados.
Por ejemplo: Todo contacto sexual une en una carne con todo aquel que se ha participado, como se explica en el pasaje de 1º Corintios 6:16, por tanto al ser una sola carne puede ser receptor tanto de enfermedades físicas como también de problemas espirituales como ataduras, pactos, incorporaciones, etc.
Por eso es necesario desligarnos de la atadura sexual y espiritual a la cual nos hemos sometido, participando su cuerpo en uno, haya sido con una persona del sexo opuesto, del mismo o con un animal.
También el aborto trae ataduras, primero por ser un homicidio, y luego por el sentido de culpa que trae para la madre. Si ha sido cómplice el padre también debe orar renunciando su pecado.
Si usted ha estado en una situación como la que se describe aquí, y quiere entregarse al Señor Jesús por completo haga esta Oración de renuncia para que quede libre de lo que le está atando:
Señor Jesús te acepto como mi Señor y mi Salvador personal, perdona todos mis pecados (en caso de no ser cristiano). Renuncio en el Nombre de Jesús a toda atadura sexual y espiritual con (tal persona) y a la autoridad que le concedí sometiéndome y participándole mi cuerpo. Amén
También hay pecados en el área de nuestra alma como lo es El odio que es uno de los espíritus más resistentes, que da lugar a: rencores, resentimientos, envidia, orgullo, violencia, venganza, maledicencia, raíces de amargura, falta de perdón.
Todo esto es la semilla que produce a los que han estado odiando, tal vez el sentimiento de odio no está mas, pero una de estas semillas puede haber germinado y echado raíces profundas en nuestras vidas. También el miedo trae como consecuencias ataduras que se conocen como: traumas, fijaciones, complejos, convulsiones, temores, dudas, inseguridad, fobias.
En 2º Timoteo 1:7, nos explica claramente que clase de espíritu nos dio el Señor, estos antes mencionados son ataduras de viejos pecados que nos han llevado a una vida mediocre espiritualmente y de la cual debemos salir para tener una vida plena en Cristo.
Si siente que ha estado en algunas de estas situaciones que se describieron hagan la siguiente oración:
Señor Jesús te acepto como mi Señor y mi Salvador personal, perdona todos mis pecados (en caso de no ser cristiano). Renuncio en el Nombre de Jesús, a todo espíritu de miedo que me sobrevino por (tal causa o tal persona). (Si es a través de una persona) la perdono y la bendigo en el Nombre de Jesús. Amén
O Renuncio en el Nombre de Jesús a todo espíritu de odio que le tengo a (tal persona) por (la causa específica) y lo perdono y lo bendigo en el Nombre de Jesús. Amén
También están las ataduras espirituales que son las mas conocidas, por decirse así. Todo contacto con el mundo espiritual de las tinieblas (ocultismo) trae ataduras que pueden llegar a ser muy serias.
En Deuteronomio 29:29 nos muestra claramente que Dios no ha permitido al ser humano entrar en las cosas secretas, el que entra, lo hace por otra puerta, y al entrar se compromete con el diablo.
Y el ocultismo es aparentemente inocente desde el horóscopo o búsqueda de saber el futuro, pero todo esto lleva dependencia, hasta la magia negra más fuerte. Para entender más lea atentamente Deuteronomio 18:9-14, toda persona que predice es aconsejada por un espíritu de adivinación, por lo tanto es un sacerdote o ministro del diablo, se ha sometido a un espíritu inmundo, sea cual fuere el compromiso o pacto que le hayan hecho hacer en base a lo que se fue a pedir.
Esto trae ataduras para su vida espiritual.
Señor Jesús te acepto como mi Señor y mi Salvador personal, perdona todos mis pecados (en caso de no ser cristiano). Renuncio en el Nombre de Jesús a toda autoridad que concedí sobre mi vida (a tal o cual adivino, o brujo, o hechicero) y a todo espíritu que opera en él y a todo compromiso con ellos. Amén
Amado hermano/a, desde hoy usted puede ser libre de toda cadena, el Señor quiere verlo libre y feliz
Muchas bendiciones!!
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