¿Por qué los riegos, amuletos y ritos ocultistas
desatan ruina, enfermedad y muerte?
Fernando Alexis Jiménez
El Mundial de Fútbol de Johanesburgo, Sudáfrica, se
encontraba a las puertas de comenzar. Afiches, publicidad, propaganda radial y
televisiva y mensajes que iban y venían en todos los teléfonos celulares. En la
ciudad así como en muchos rincones del planeta, no se hablaba de otra cosa que
del balompié y el certamen que iniciaba. “Será todo un acontecimiento”,
comentaban todos. Expectativa. Entusiasmo. Alegría.
En medio de un tumulto, en la puerta principal de
acceso al Estadio Soccer City, un grupo de curanderos tradicionales. Vestían
sus atuendos coloridos, pero su rostro reflejaba la trascendencia que daban a
la ceremonia. Lucían atentos. Uno de ellos, con la misma concentración de un
cirujano, aplicó el puñal con fuerza en el cuello de un buey. “¿Qué ocurre?”,
preguntó un periodista del diario The Star Mandla Qeleqele. “Estamos
bendiciendo el mundial”, respondió uno de los sacerdotes participantes.
El encargado de aplicar el cuchillo entre los cuernos
del animal, frente a unos dos mil curanderos especializados en medicina
tradicional sudafricana, fue el guerrero septuagenario de la etnia xhosa
Zakhele Sigcawu, que pertenece al clan Tshawe. Durante el ritual, unos 300
brujos o sangomas invocaron a los antepasados para que aportasen su energía y
quemaron impepho, una hierba tradicional, reclamando a los dioses de sus
antepasados, prosperidad el torneo mundial. Después de sacrificio, los brujos
más antiguos entraron en el estadio y cantaron y bailaron con su vestimenta
tradicional para bendecir también el interior del recinto.
"Nuestros estadios están ahora oficialmente
consagrados para el torneo, de acuerdo a nuestra cultura", concluyó Mkhiva
tras la ceremonia.
Dios es quien nos bendice y prospera
Resulta sorprendente pero hoy día millares de personas
en todo el mundo depositan su confianza para prosperar, enriquecer y conservar
un estatus de comodidad alto, a partir de la utilización de riegos, amuletos y
prácticas abiertamente ocultistas.
Hace muchos siglos Dios advirtió a los israelitas y a
nosotros hoy, apartarnos de toda práctica que abra puertas al mundo de las
tinieblas: “Cuando entres a la tierra que Jehová tu Dios te da, no aprenderás a
hacer según las abominaciones de aquellas naciones. No sea hallado en ti quien
haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación,
ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni
quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera
que hace estas cosas.”(Deuteronomio 18:9-12)
Asumir esos ritos nos separa de nuestro amado Padre
celestial pero además, le otorga a Satanás y sus huestes el derecho legal para
afligir nuestras vidas y traer ruina, enfermedad y muerte. Puede que no alcance
a dimensionar el alcance del problema, pero es real.
--No puedo prosperar; cada vez resulta más difícil. Al
comienzo, todo pareció marchar bien, pero hoy día no puedo con las deudas--,
confesó una mujer que acudía, todos los viernes, a una yerbatera en procura de
preparaciones de plantas con las cuales se bañaba, para atraer la suerte.
Una conocida le recomendó ir donde un santero, y ahí si
que se le complicó la vida. Muy tarde descubrió que estaba tratando con
demonios, los cuales no solamente controlaban sus acciones sino que llegaron a
dominar su mente, llenándola de temor y angustia permanentes.
¿Abrió puertas al mundo del ocultismo y enfrenta la
ruina? Lo más probable es que su situación se tornará cada vez más
insostenible.
¿Quién nos da la “buena suerte”?
La “buena suerte” como denominan algunos a la prosperidad
en todos los órdenes de nuestra vida, no depende de los amuletos, rituales,
riegos, consulta a adivinos o ceremonias con santeros. Por el contrario, lo que
desata es ruina, enfermedad y muerte. Satanás destruye; esa es su naturaleza
(Cf. Juan 10:10 a)
A diferencia de lo que opinan muchísimas personas,
quien nos bendice y prospera es Dios y no los amuletos, rituales o amuletos que
promueve el ocultismo. Recurrir a tales fetiches o tornarse partícipes de la
ceremonia, no hace otra cosa que atraer maldición.
El rey Salomón enseñó que todo lo mejor, tanto en las
dimensiones física como espiritual, provienen de Dios y de las fuerzas ocultas
de las tinieblas: “La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade
tristeza con ella.”(Proverbios 10:22)
Desconozco cuál sea su necesidad o qué aspiración
encierra. Lo que sí puedo asegurarle es que Dios es nuestra fuente de
prosperidad, crecimiento y riqueza en todos los ámbitos.
No hay tal como suerte. Es nuestro amoroso Padre
celestial quien trae lo mejor para nosotros, como describe el rey David:
“Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; tú sustentas mi suerte. Las
cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha
tocado.”(Salmos 16.5, 6)
Téngalo presente siempre: Dios es nuestra fuente de
prosperidad.
Es hora de renunciar al ocultismo
Si alguna vez incurrió en alguna de estas actividades,
abiertamente contrarias a lo que dispone Dios, es hora de que renuncie a todo
pacto o compromiso con lo diabólico, reciba a Jesucristo en su corazón y lo
declare—en adelante—como su Señor y Salvador.
Es en ese momento cuando Satanás pierde toda autoridad
sobre su existencia y las cadenas que lo atan a la maldad se rompen. ¡Podrá
disfrutar de la libertad! Tomados de la mano del Señor Jesús aseguramos que no
volverán a doblegarnos esas ataduras. ¡Hoy es el día para ser libres!
A propósito, ¿Ya recibió a Jesucristo en su corazón
como su único y suficiente Salvador? No deje pasar la oportunidad. Hoy es el
día para hacerlo…
Fuente: avanzapormas.com
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