miércoles, 4 de marzo de 2015

¿Por qué los riegos, amuletos y ritos ocultistas desatan ruina, enfermedad y muerte?



¿Por qué los riegos, amuletos y ritos ocultistas desatan ruina, enfermedad y muerte?

Fernando Alexis Jiménez

El Mundial de Fútbol de Johanesburgo, Sudáfrica, se encontraba a las puertas de comenzar. Afiches, publicidad, propaganda radial y televisiva y mensajes que iban y venían en todos los teléfonos celulares. En la ciudad así como en muchos rincones del planeta, no se hablaba de otra cosa que del balompié y el certamen que iniciaba. “Será todo un acontecimiento”, comentaban todos. Expectativa. Entusiasmo. Alegría.
En medio de un tumulto, en la puerta principal de acceso al Estadio Soccer City, un grupo de curanderos tradicionales. Vestían sus atuendos coloridos, pero su rostro reflejaba la trascendencia que daban a la ceremonia. Lucían atentos. Uno de ellos, con la misma concentración de un cirujano, aplicó el puñal con fuerza en el cuello de un buey. “¿Qué ocurre?”, preguntó un periodista del diario The Star Mandla Qeleqele. “Estamos bendiciendo el mundial”, respondió uno de los sacerdotes participantes.
El encargado de aplicar el cuchillo entre los cuernos del animal, frente a unos dos mil curanderos especializados en medicina tradicional sudafricana, fue el guerrero septuagenario de la etnia xhosa Zakhele Sigcawu, que pertenece al clan Tshawe. Durante el ritual, unos 300 brujos o sangomas invocaron a los antepasados para que aportasen su energía y quemaron impepho, una hierba tradicional, reclamando a los dioses de sus antepasados, prosperidad el torneo mundial. Después de sacrificio, los brujos más antiguos entraron en el estadio y cantaron y bailaron con su vestimenta tradicional para bendecir también el interior del recinto.
"Nuestros estadios están ahora oficialmente consagrados para el torneo, de acuerdo a nuestra cultura", concluyó Mkhiva tras la ceremonia.
Dios es quien nos bendice y prospera

Resulta sorprendente pero hoy día millares de personas en todo el mundo depositan su confianza para prosperar, enriquecer y conservar un estatus de comodidad alto, a partir de la utilización de riegos, amuletos y prácticas abiertamente ocultistas.
Hace muchos siglos Dios advirtió a los israelitas y a nosotros hoy, apartarnos de toda práctica que abra puertas al mundo de las tinieblas: “Cuando entres a la tierra que Jehová tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones. No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas.”(Deuteronomio 18:9-12)
Asumir esos ritos nos separa de nuestro amado Padre celestial pero además, le otorga a Satanás y sus huestes el derecho legal para afligir nuestras vidas y traer ruina, enfermedad y muerte. Puede que no alcance a dimensionar el alcance del problema, pero es real.
--No puedo prosperar; cada vez resulta más difícil. Al comienzo, todo pareció marchar bien, pero hoy día no puedo con las deudas--, confesó una mujer que acudía, todos los viernes, a una yerbatera en procura de preparaciones de plantas con las cuales se bañaba, para atraer la suerte.
Una conocida le recomendó ir donde un santero, y ahí si que se le complicó la vida. Muy tarde descubrió que estaba tratando con demonios, los cuales no solamente controlaban sus acciones sino que llegaron a dominar su mente, llenándola de temor y angustia permanentes.
¿Abrió puertas al mundo del ocultismo y enfrenta la ruina? Lo más probable es que su situación se tornará cada vez más insostenible.
¿Quién nos da la “buena suerte”?
La “buena suerte” como denominan algunos a la prosperidad en todos los órdenes de nuestra vida, no depende de los amuletos, rituales, riegos, consulta a adivinos o ceremonias con santeros. Por el contrario, lo que desata es ruina, enfermedad y muerte. Satanás destruye; esa es su naturaleza (Cf. Juan 10:10 a)
A diferencia de lo que opinan muchísimas personas, quien nos bendice y prospera es Dios y no los amuletos, rituales o amuletos que promueve el ocultismo. Recurrir a tales fetiches o tornarse partícipes de la ceremonia, no hace otra cosa que atraer maldición.
El rey Salomón enseñó que todo lo mejor, tanto en las dimensiones física como espiritual, provienen de Dios y de las fuerzas ocultas de las tinieblas: “La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella.”(Proverbios 10:22)
Desconozco cuál sea su necesidad o qué aspiración encierra. Lo que sí puedo asegurarle es que Dios es nuestra fuente de prosperidad, crecimiento y riqueza en todos los ámbitos.
No hay tal como suerte. Es nuestro amoroso Padre celestial quien trae lo mejor para nosotros, como describe el rey David: “Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; tú sustentas mi suerte. Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha tocado.”(Salmos 16.5, 6)
Téngalo presente siempre: Dios es nuestra fuente de prosperidad.
Es hora de renunciar al ocultismo
Si alguna vez incurrió en alguna de estas actividades, abiertamente contrarias a lo que dispone Dios, es hora de que renuncie a todo pacto o compromiso con lo diabólico, reciba a Jesucristo en su corazón y lo declare—en adelante—como su Señor y Salvador.
Es en ese momento cuando Satanás pierde toda autoridad sobre su existencia y las cadenas que lo atan a la maldad se rompen. ¡Podrá disfrutar de la libertad! Tomados de la mano del Señor Jesús aseguramos que no volverán a doblegarnos esas ataduras. ¡Hoy es el día para ser libres!
A propósito, ¿Ya recibió a Jesucristo en su corazón como su único y suficiente Salvador? No deje pasar la oportunidad. Hoy es el día para hacerlo…

Fuente: avanzapormas.com

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Te saludan los Pastores Alejandro y Mariela González desde Uruguay