martes, 20 de agosto de 2013

CUANDO MIENTE UN LIDER ESPIRITUAL???


POR EL PASTOR REV. OMAR ENRIQUE VARGAS




-Cuando se empiezan a ocultar algunas verdades bíblicas que comprometen su actuar en el ministerio y en su vida personal.

-Cuando no se quiere ofender a nadie con el mensaje en las congregaciones, por temor de detener el crecimiento de las iglesias, o por el temor de perder popularidad e ingresos económicos.

- Cuando doctrinalmente ve que alguien está siendo engañado y el no interviene para librarlo del mal, pudiendo hacerlo.

- Cuando el engaño doctrinal se ha infiltrado sutilmente y existe temor de reconocer el error por miedo a perder importancia ante los ojos de los demás
 

- Cuando su vida de oración esta en crisis permanente y se predica cualquier tema improvisado en el altar.

- Cuando por temor se favorece a alguien del mismo nivel o de un cargo de más autoridad, congraciándose en la injusticia o en la mentira en detrimento de la verdad.

- Cuando se hace  acepción de personas y se atiende mejor a unos que a otros. Asignar tareas desagradables  a quienes por su “posición social”, o “posición ministerial”, considera que valen menos que otros.

- Cuando siente envidia en su corazón por la prosperidad o los logros de otros y denigra de la labor que ellos adelantan.

- Cuando se utiliza el poder y la autoridad para promover  a alguien por amistad, por intereses personales u opinando en contra de otros desconociendo aun las capacidades y los meritos de ellos.

- Cuando se fuerza a los oyentes a creer la mala o subjetiva interpretación que se hace  de enseñanzas, versículos o pasajes de las escrituras.

- Creer que por los muchos años de predicar, enseñar  o por  la autoridad que se tiene, nadie puede saber o discernir mejor que el.

- Cuando se cree que en la congregación, la mayoría es inculta o ignorante de algún tema que el maneja con destreza.


- Cuando se trata mal a la audiencia con palabras como: “por si no lo sabían” “aprendan esto” “sino lo entendía entiéndalo” “agradezcan que por mi” “pero que va a saber de esto...Fulano” y muchas frases mas donde se exhibe el orgullo y la petulancia del predicador se hace insoportable”
 
- Cuando se utiliza mal el idioma y la disculpa para no mejorar es que “lo vil y lo menospreciado del mundo escogió Dios” “Yo soy de una extracción muy humilde” o  “yo no me creo un predicador refinado” para dejar las cosas sin corregir, cuando no debe ser así.

- Cuando creer que llegar tarde y hasta no pedir disculpas, es un privilegio para los que están en su puesto, nivel o autoridad.

- Cuando se engaña así mismo al reforzar su nivel de autoridad, saludando arrogantemente a los de menos jerarquía o utilizando nombres despectivos para llamar a las personas con frases como: “Hola Hijo” “Dios te bendiga Mijo” “que tal...Fulano”  o levantar levemente una ceja  o decir un “que tal” aun acompañado del “Dios te bendiga” Saludar o despedir a alguien sin ni siquiera mirarlo lo suficiente a los ojos.


- Cuando irrespetuosamente trata a un siervo de Dios con el Nombre Crudo sin mencionar la palabra “Hermano”, sin tener la suficiente confianza o amistad como para hacerlo.
 
- Cuando se amenaza a los subordinados con palabras como “Recuerden que si hacen esto o aquello…”, “...me veré en la obligación de...”, “... Por que aquí yo soy la autoridad”, “Usted no sabe más que yo”, “agradezca que...”, “ Usted pretende pasar por encima mío o que?” y otras palabras y actitudes desobligantes.

- Cuando desde que se pasa al altar todos sus gestos, su lenguaje fuerte, altivo  y su manera de moverse, pone de manifiesto el orgullo, la prepotencia y el aparente “control” o “unción” que maneja sobre el auditorio. 

- Cuando sube el nivel de la voz o pone un ademán de entrega espiritual  para decir “Aquí está la Unción” “Aquí está el Fuego” “se siente la presencia de...” cuando la audiencia no está experimentando nada y quiere forzar el momento espiritual sin que sobre su vida se mueva de manera poderosa y evidente la unción de Dios.

- Cuando su predicación y ministración solo se basan en una palabra de exhortación gritona permanente, sin ir acompañada de la debida misericordia, gracia del Espíritu Santo y lágrimas sinceras de consejo de alguien que realmente se duele por el pecado.

- Cuando invita a la gente al altar de manera casi impuesta para ministrarle, cuando su mensaje no ha dejado mas que un vació y un sabor amargo e incomodo en la congregación, desconociendo que esto es un irrespeto con el Señor y los asistentes.

- Cuando deja entrever en sus palabras sus logros aparentes como “Yo Hice” o “por mi es que…” “Yo fui el que logró...” y otras fáciles de identificar.

- Cuando no asume con humildad su posición y trabajo y trata de impresionar a sus superiores o se convierte en la sombra de algún líder, no para servir con desinterés, sino para brillar con la luz del otro.

- Cuando maltrata a su pareja o a su familia pero trata con delicadeza a otros.

- Cuando por no herir a alguien no le dice la verdad acerca de lo que está pasando en su vida espiritual y por no ofenderlo se limita a darle ánimo, a orar por el, medio aconsejarlo o despedirlo pero muy dentro de su corazón sabe que no le ha dicho la verdad de Dios a esa persona.

- Cuando permite una actitud de pecado recurrente en la congregación y no le pone remedio.

- Cuando se resiente con la congregación en vez de predicarles la palabra que sabe que están necesitando.

- Cuando exige a otros lo que él no está dando.

- Cuando impone siempre su criterio sin pedir la opinión de otros aunque el tenga la razón.

- Decir que algo es de Dios solo por que a él le parece, sin tener la seguridad de Dios para afirmarlo.

- Volverse a métodos humanos para solucionar problemas en la obra de Dios, abandonando la fe en Jesucristo y perdiendo la confianza en el Nombre de Jesús.

- Hacer planes sin consultarle al Señor y llamarlos “planes de Dios”.


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Gracias por tu Visita, Dios te bendiga!
Te saludan los Pastores Alejandro y Mariela González desde Uruguay